5 claves para gestionar el uso de las pantallas en verano
En el post de hoy comparto el artículo que he escrito para El Periòdic d’Andorra. Podéis leer el artículo original en catalán aquí. Y a continuación os dejo la traducción al español:
Con la llegada de las vacaciones escolares reaparece una de las preocupaciones más frecuentes de madres y padres: el descontrol del tiempo que nuestros hijos pasan frente a las pantallas. Y es que en verano los niños y niñas tienen más tiempo libre y es fácil que los padres caigamos en la tentación de recurrir al uso de móviles, tabletas o consolas para entretenerlos cuando se aburren.
Cuando las pantallas se utilizan de forma puntual, educativa y supervisada no sólo son una herramienta para divertirse sino que también pueden convertirse en una fuente de aprendizaje. Pero cuando el tiempo de pantalla se descontrola o el contenido que consumen es inadecuado, nos encontramos con un problema que puede interferir negativamente en su salud y desarrollo.
Nosotros somos los adultos y, por tanto, es necesario actuar poniendo normas claras desde el respeto y la empatía. Veamos a continuación algunas claves para que estos meses de verano no se conviertan en una batalla constante con respecto a las pantallas:
1. Normas de uso consensuadas
Aunque durante las vacaciones podemos ser más flexibles, niños y adolescentes siguen necesitando normas claras y consensuadas. Mantengamos un diálogo asertivo para acordar los siguientes aspectos:
Tiempo:
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los niños de menos de 2 años no deberían tener acceso a las pantallas; de 2 a 5 años un uso muy restrictivo sin llegar a superar la hora diaria; y a partir de los 5 años procurar no superar las dos horas diarias. Sin embargo, la realidad es que la gran mayoría exceden estas recomendaciones, por eso es importante delimitar el tiempo de exposición y el momento en que se pueden utilizar. Por ejemplo: ver un capítulo después de comer.
Contenido:
Si el tiempo de exposición a las pantallas es relevante, lo es aún más la calidad del contenido. No es lo mismo media hora jugando a un juego educativo para repasar contenidos de matemáticas, que media hora pasiva frente a la televisión. Apostemos por vídeos y juegos educativos, como por ejemplo juegos que fomenten la creatividad o vídeos para aprender un nuevo idioma. En cualquier caso, es imprescindible que los padres conozcamos el contenido que nuestros hijos ven en internet. Existen herramientas de control parental que ayudan a reducir riesgos, pero no olvidemos que el mejor control parental es nuestra supervisión.
Espacio:
Es recomendable que las pantallas estén en zonas comunes y podamos interactuar con nuestro hijo cuando las utiliza.
2. Alternativas a las pantallas
Elaboremos conjuntamente una lista con propuestas de actividades atractivas sin pantallas. Por ejemplo: manualidades o juegos de mesa en familia.
3. Momentos de desconexión
Podemos establecer entre todos algunos momentos durante el día sin pantallas. Por ejemplo: durante las comidas, cuando estemos al aire libre o las horas antes de dormir. Podemos acordar un parking de móviles para evitar tentaciones en estos momentos.
4. Demos ejemplo
De poco sirven los sermones y restricciones si nuestros hijos ven que los padres hacemos justo lo contrario. Más que predicar, demos ejemplo haciendo nosotros un uso responsable. Como decía Teresa de Calcuta: «No te preocupes si tus hijos no te escuchan. Te observan todo el día».
5. Calma y empatía
A pesar de establecer acuerdos consensuados sobre el uso de pantallas, probablemente habrá momentos en los que los niños quieran saltarse las normas. En este caso, nos toca a los adultos mantener la calma y ser firmes a la vez que empáticos: «Veo que estás acabando de ver este capítulo. Cuando acabe apagamos la tele. ¿La apago yo o prefieres apagarla tú?».
Recordemos que el uso responsable de la tecnología comienza en casa. Construyamos una relación de confianza en la que el mundo digital no sea considerado un enemigo, sino un elemento más en la relación con nuestros hijos. Evitemos la tentación de utilizar las pantallas como chupete digital y aprovechemos las situaciones del día a día para educar de forma responsable y positiva.