Algunas consideraciones iniciales

Las pantallas se han convertido en una presencia constante en nuestras vidas, ofreciendo tanto oportunidades como desafíos, especialmente en lo que respecta al bienestar y desarrollo de nuestros niños y niñas.

Como autora de una página web dedicada a compartir recursos educativos, mi compromiso es acompañar a las familias, docentes y niños en un uso seguro y responsable de la tecnología. Este compromiso nace de la conciencia sobre la importancia de cuidar el desarrollo emocional, cognitivo y físico de la infancia en un mundo cada vez más digitalizado.

Las pantallas, cuando se utilizan de manera responsable, segura, puntual, supervisada y con contenidos de calidad, pueden ser una herramienta poderosa para el aprendizaje. Por ello, los contenidos que puedes encontrar en mi sección de juegos educativos online son educativos, libres de violencia y sin publicidad. Mi objetivo es proporcionar un entorno confiable, seguro y gratuito, haciendo que el tiempo frente a la pantalla sea tanto enriquecedor como educativo.

Con esta visión en mente, comparto a continuación algunas de las ideas comentadas en el seminario web «Pantallas y cerebro infantil» organizado por la Fundación Aprender a Mirar.

Las pantallas captan la atención de los niños a través de estímulos visuales y auditivos intensos, activando el sistema de recompensa del cerebro y liberando dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer. Aunque esto puede parecer beneficioso a corto plazo, una exposición prolongada y no regulada puede llevar a tener efectos negativos.

Los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo cerebral. Durante este período, el cerebro de un niño es altamente plástico, lo que significa que es capaz de formar nuevas conexiones neuronales con facilidad. Este proceso se ve influenciado por las experiencias sensoriales y motoras, como tocar, moverse e interactuar con el entorno físico. Por ello, es importante limitar el tiempo de uso de pantallas, especialmente en la etapa de 0 a 3 años donde la recomendación es no tener ningún acceso.

Establecer normas de uso

Es importante establecer normas claras y consistentes sobre el uso de pantallas. La Sociedad Catalana de Pediatría recomienda un máximo de 30 minutos al día para niños entre 3 y 6 años, y siempre bajo supervisión adulta. Y más allá del tiempo de exposición a pantallas, es imprescindible seleccionar contenidos adecuados para su edad.

Priorizar actividades sin pantallas

Fomentar actividades que no involucren pantallas es vital para el desarrollo cerebral saludable. Juegos al aire libre, lectura, actividades artísticas y tiempo en familia sin dispositivos electrónicos son fundamentales para estimular la creatividad, las habilidades motoras y la interacción social.

Educación emocional

La educación emocional y el establecimiento de un apego seguro son aspectos cruciales del desarrollo infantil. Enseñar a los niños a reconocer y gestionar sus emociones, así como a establecer relaciones saludables, son tareas que requieren interacción directa y no pueden ser sustituidas por la tecnología.

Dar ejemplo

Los adultos debemos ser conscientes de nuestro propio uso de pantallas y dar un buen ejemplo. La coherencia entre lo que se predica y lo que se practica es esencial para enseñar a los niños un uso responsable de la tecnología.

Te dejo a continuación la grabación del seminario web «Pantallas y cerebro infantil» organizado por la Fundación Aprender a Mirar.

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